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Descripción archivística
Fondo Elena Amat Calderón de Wienken
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Sin fecha (5 septiembre). Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") a Miguel Velarde, con nota de “confidencial”, ofreciéndole ayuda económica para la compra de una casa.

TRANSCRIPCIÓN:

Confidencial
Querido amigo:
Reflexionando que podría tener a V. cuenta el comprar la casa de que hablamos anoche, pero que vista su buena fábrica y buen sitio ha de ser bien cara, yo con esa insolencia de la amistad, me atrevo a decirle que sería para mí un buen negocio el que V. tomase 50 mil reales que me valió la venta de mis escritos, pues en parte ninguna los creería más seguros. Con solo una indicación de V. los mandaría venir, y entre nosotros no mediaría más que un recibo de V. en un papelillo cualesquiera por cosa posible de muerte y, sobre todo, esto (por mutua conveniencia) quedaría tan oculto que solo solo V. lo sabríamos [sic].
Esta es una carta de negocios; ¡el pobre Fernán tiene que serlo todo en su casa! Pero lo que es más que nada es su más sincera y afectísima amiga
Fernán
5 septiembre
No se enfade V., que será ganando su por ciento.

Sin fecha. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Antoine de Latour

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") a Antoine de Latour, donde le relata cómo Miguel Velarde intervino en una obra de caridad con la que los duques de Montpensier favorecieron a una anciana necesitada, relato que ella llama “uno de los misterios de San Telmo”.

[La letra no es autógrafa de Cecilia Böhl de Faber]

TRANSCRIPCIÓN:

De Fernán Caballero a Monsieur de Latour

Señor mío y querido amigo:
Cuando parece que el tiempo cesa de incomunicarnos, se le antoja a mi monótona buena salud hacer fiasco, y encerrarme en casa, cosa que nada sentiría, si no me precisase del gusto de ver a V. Es preciso pues acudir a la suplefalta de la palabra la pluma, aunque mi cabeza con la fluxión que la aqueja no está para ello; pero yo trato a mi cabeza como nuestros crueles arrieros a sus pobres, cansados y débiles asnos –arre, arre, sin piedad. Pero en este momento no es la voluntad por lo en mano, es el corazón, que suavemente la guía. Tengo de escribir… asómbrese V. ¡¡unos "misterios"!! Sí señor… es preciso el ser de su época. Estos misterios llevarían por título: "los misterios de San Telmo".
En San Diego había un cementerio, fue convento de unos malvados frailes. Vense entre oscuras colgaduras de hiedra los sepulcros y estatuas de los muertos enterrados en el convento de San Francisco trasladadas allí para aumentar el horror; puede que la del Comendador se levante de noche y busque por todo el palacio y sus dependencias algún pícaro seductor para llevárselo a buen recaudo, y "pour comble d’horreurs" ¡aparecen sepulcros y huesos romanos! Pero estos están de cierto muy agradecidos a S.A.R. pues le ha "hecho la tierra ligera". Creo que V. ignora muchos de estos misterios; pero supongo que hoy sobra alguno por la Andalucía. Queda el referir a V. la segunda parte y esto voy a hacer si no se horroriza demasiado. Acabo de recibir la Andalucía y no lo trae; como se compone la tirada (menos las noticias) dos días antes, no tiene nada de extraño, a las 4 iba a las reales manos de S.A.R. el memorial de una infeliz anciana, solo y estéril amparo de unos nietos huérfanos que por absoluta falta de medios ni podía sacar su equipaje de las galeras ni proseguir su viaje a su pueblo, ni permanecer aquí; pero estaba escrito que había de llevar de Sevilla una muestra de la caridad sin límites de los hermanos de nuestra Reina, de los hijos de los franceses, a las siete entraba en casa Velarde, que nunca he visto mejor parecido; en salón animado, sus ojos que brillaban como estrellas, su boca en la que bajo los bigotes del bizarro militar brillaba una sonrisa dulce, inocente y gozosa como la de un niño, demostraban que algo lo entusiasmaba y conmovía. Sobre la mesa cayeron unas monedas de oro (que eran, no lo que pedía la necesitada, sino el doble) y en mis oídos unas palabras… que si bien forman parte de los misterios de San Telmo, los forman también de los dulces y escritos misterios de mi corazón donde llegan para no salir de él.
Me he interrumpido un rato, para proseguir con más calma. Aquí estaba mi "ayudante literario" Cantillo, al que su buenísimo corazón da alas, y su delgadez fenomenal, ligereza, para volar al teatro como un ave nocturna de "buen" agüero. Es largo de paso pero corto de vista y así penetra a fuerza de preguntas, zancadas y empujones en el Tubino. ¿Qué es eso? ¿Qué trae usted? ¿Qué se […]? Cantillo hace sonar las monedas de oro en su bolsillo; la curiosidad de Tubino se convierte en asombro. ¿Oro? ¿Usted? ¡O no, yo! El oro dos veces oro porque es el de la caridad, tres veces oro, porque es el oro de la caridad de SS. AA. RR., para la pobre que V. ha recomendado a Fernando Caballero, por cuyo conducto y otro de gran […] llegó el memorial a sus manos. Ahora es a su vez Tubino que sin ser más deja a Romea plantado y sale desalentado repitiendo: “¡Jesús! ¡Qué señores! ¡Qué caridad tan inagotable! Dios se lo pague”, y sale sin cesar de correr hasta el domicilio de la anciana necesitada. Y las gentes en el teatro preguntan ¿pero qué es eso?, ¿qué ha sucedido?, ¿ha venido un parte telegráfico?, ¿es un nuevo atentado? No, no, señores, es… uno de los misterios de San Telmo.
Tubino fue demasiado pronto en el modo de dar la nueva a la anciana, que quedó medio accidentada y ahogada en una congoja, repitiendo entre sollozos, bendiciones y "Dios se los pague", de aquellos que es ala el corazón tan ferviente y tan alzado a Dios que desde luego llegan a él… aquí tiene V. pues uno de los misterios de San Telmo de que le hablé al principio de mi carta.
Envío a V. una carta de mi sobrino Juan; lo uno, porque basta que no tenga la hon… (no, antes ha de ir la dicha) antes que tenga la dicha y la honra de poder yo misma expresar los sentimientos de mi sobrino, desearía que V. tuviese la bondad de hacerlo en mi nombre; deseo que sea V. lo que medie en toda confianza sobre la traducción que voy a enviarle con los retratos de SS. AA. RR. que pide, quiero enviarle, pues son pan de ver en las cortes extranjeras, el de S. A. R. que tiene el transparente velo y el pañuelo de Manila, lo muy muy parecido; es el más español y teniendo mucha dignidad, es el más garboso; mi álbum y mi corazón quedarán heridos: pero quiero que vean ese retrato en el extranjero.

Sin fecha. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Julia

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") a Julia, pidiéndole que le envíe la dirección que pone a Velarde y que le informe sobre “cómo sigue nuestro querido enfermo”.
[Posiblemente la destinataria sea Julia González-Nandín, esposa de Miguel Velarde]

TRANSCRIPCIÓN:

Mi querida Julia:
He tenido hace dos días carta de Mr. de Latour y, teniendo que contestarle, te molesto pidiéndote el favor que me envíes la dirección que pones a Velarde, lo que espero me perdonarás. También te rogaría, puesto que tu marido no deja de escribirte un día, que me mandes a decir verbalmente con la dadora cómo te dice que sigue nuestro querido enfermo.
Mil cosas a tu excelente madre y lindas hermanas, y tú sabes que, aun sin haber tenido el gusto de tratarte, era y es tu apasionada amiga,

Sin fecha (lunes 12). Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") a Miguel Velarde, agradeciendo su carta y manifestando su deseo de verle antes de que se vaya, quizá por la noche que cenará en palacio.

TRANSCRIPCIÓN:

Son poco más de las siete; pero hay una hora que estoy levantada ¡como si me diese el corazón que había de recibir su tan grata carta! Mil gracias por ella. ¡Mucho deseo igualmente tener el gusto de ver a V. antes que se nos vaya! Quizás lo tendré esta noche, en que tengo la honra de comer en palacio.
Su más sincera amiga

Cecilia
Lunes 12

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