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[1860-09]-29. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") al coronel Miguel Velarde, ayudante de campo de S.A.R. el duque de Montpensier. Agradece su carta en la que le cuenta interesantes excursiones con el Príncipe y el envío de tres retratos de la Infanta. Relata un asunto sobre el hijo del conde de Ergo. Le envía una carta que ha escrito su sobrino desde Gaeta y hace comentarios a su situación. Termina con la transcripción del comentario que le hace Fernando, alabando su obra “Deudas pagadas” tras haberla leído a unos trabajadores de una viña de Jerez.

TRANSCRIPCIÓN:

¡Día de San Miguel! 29
Al poner esta fecha no es posible empezar por otra cosa mi carta, sino por desearle a V. ésta, así como todas las demás de su vida con tantas felicidades, tantas… ¡como V. se merece!
¡Cuánto no debo agradecer a V. la interesantísima carta que me ha escrito! Pero antes de todo empezaré por dar a V. la enhorabuena más sincera y gozosa, por la nueva prueba de aprecio que ha recibido V. de esos Príncipes, cuyo incesante desvelo es socorrer a los pobres y honrar a las personas que distinguen. Únome al hermoso vítor de los de Sacedón ¡Vivan los Infantes virtuosos! Vea V. como es cierto lo que tantas veces he dicho: solo el pueblo halla esas expresiones concisas que en tan pocas palabras encierran tanto sentido.
¿Sabe V. que estuve por rociar la carta de V. con agua bendita? "El fin del mundo, el desierto, las puertas o bocas del infierno", ¡solo la magna imaginación del Dante llega a semejantes parajes! Esto es una segunda pequeña campaña de África, y siempre al lado de un Príncipe emprendedor y valiente y, hay que añadir, incansable. ¡Quién hubiese sido pájaro para seguir con alas materiales a S. A. R. en tan en sumo grado interesantes excursiones! En particular las ruinas del castillo, tan alto y tan solitario, me llenaron de ansia e interés. Los castillos como todas las cosas nobles, fuertes y durables desaparecen de esta mísera y plebeya época, reemplazados por… las barricadas que improvisa la revolución, y demuele el primer soplo del orden. Tuve impulsos de extractar algunos pocos párrafos de su carta, con algunas de las sencillas y sinceras coplas cantadas ante las ventanas del Real sitio y ponerlas en "La Andalucía"; pero no me atreví a hacerlo sin la venia de V. Y apropos, mando a V. un parrafito que publica hoy esa "sabelotodo", que mucho celebraría de que fuese cierto. Muchísimo más me se ocurre y tendría que contestar a su preciosísima carta, pero tengo "tantísimas" cosas que tocar que me precisa hacerlo de todas ligeramente.
He visto, revisto, remirado, los tres retratos de nuestra amadísima "Infanta virtuosa". Tiene V. razón, la del transparente velo es el más parecido; y así debía ser porque es el más bonito. La fotografía es el palacio de la verdad, de la Democracia: es decir, en el que por decir verdades se dicen desvergüenzas, pues no solamente la semejanza (que ciertamente existe) no es exacta, sino que desfavorece al modelo. Por curiosidad se las he enseñado ("en mi mano") a algunas personas del pueblo y exclaman: ¡Ay! ¡¡S. A. la Infanta!! En seguida añaden: ¡pero es S. A. R. mucho más preciosa! ¿no es así señora? Pues ya se ve, les respondo yo, esto es la "sombra" de su bello original. Suplico a V. que dé mis más respetuosas y calurosas gracias a SS. AA. RR. Ya ocupan el distinguido lugar que les cabe en mi inapreciable álbum, aunque después de las Infantitas, sus augustas hijas, porque el letrero que tanto valora los retratos hace que no se puedan variar.
Vamos al ente misterioso, precioso y fino joven de unos 20 años. Carlos cuarto tuvo un hijo que dicen se llamó D. Luis, no sé si será aquel de quien habla Mr. de Latour en su reciente hermosa obra sobre Toledo. Tuvo éste un hijo natural que pasó al servicio de Francia con el título de Conde de Ergo y que murió en Argelia. Dejó éste una viuda, Infanta de Portugal, y este niño que ahora ha venido aquí por ver de adquirir noticias sobre su padre, que se crió aquí al cuidado del cura de San Pedro. Este señor murió, y fuese que él mismo quemase los papeles, de sumo interés para su discípulo antes de morir, o que se extraviasen, o que los herederos no los quieran dar esperando les valgan más después, ello es que el pobre conde de Ergo nada adelanta en sus gestiones. Si viviese D. Manuel Cepero mucho le valdría. D. Antonio Arraoz, fuera parte que está fatalísimo de su asma, no tiene la travesura que tenía el difunto Cepero.
Envío a V. la carta que escribe mi sobrino de Gaeta. Mi buena hermana me escribe que al leer que el Rey mandó a los buques seguirlos y que no lo hicieron se echó a llorar, amargamente, ¡porque pocas cosas habrá más "nervantes" y que más despedacen el corazón! ¡Traidores infames! ¡que se cubren a sí y a su nación de ignominia! ¿Y para qué? ¡Para seguir a un pirata aventurero, instrumento de otro aventurero hipócrita! El ministro me mandó la credencial de mi sobrino; pero como están los correos, no nos hemos atrevido a mandar el original, y sí tres copias por distintos conductos.
Anoche estuvo aquí Nicolás completamente restablecido. V. sabe supongo su pretensión y su sueño dorado. Ciertamente posee como pocos dos cosas necesarias para entrar en palacio, es la una ser un caballero cumplido moral y materialmente y la otra una virtud, que si en tenerla cupiera exageración, se podría tachar de exagerada, y esto desde niño, enseñado que fue por el inolvidable D. Nicolás, honra y prez del cabildo de esta Catedral.
Por Dios no vaya V. a pensar que soy vana porque le remito un pedazo que copio de una carta que me ha escrito Fernando desde una viña de Jerez en que está con su mujer y su suegra, pero me ha causado tan viva satisfacción, que deseo que V. la vea y sepa que estoy más satisfecha y ancha que si me hubiesen hecho académica. Un millón de gracias por el romance que no acabo de comprender si es "popular". En gran parte lo es, pero el principio no me lo parece. ¡Pícaro papel! ¡Cómo me se ha ido entre las manos! Y tantas otras cosas que tenía que decirle y solo puedo añadir que le suplico me ponga a los pies de SS. AA. RR. y me crea su más simpática y sincera amiga,
Fernán

Por la noche vino lo mejor, pues concluido el gazpacho leí a los trabajadores "Deudas pagadas", que les causó el efecto que era de esperar. ¡Qué obra tan meritoria es la que está V. haciendo amiga mía! Nunca, y eso que tan ardiente admirador soy de V., había yo comprendido tan completamente como anoche el inmenso beneficio que a la religión, la moral, la monarquía y la sociedad por consiguiente, deben a Fernán Caballero. Si cuanto leyera el pueblo se escribiese en el mismo sentido, ¡cuán fácil sería conservar intactos los principios salvadores en que estriba nuestra organización social! Durante la lectura estuvieron todos estos buenos campesinos colgados de mis labios, y ya prorrumpían en risa al oír el apóstrofe del señor al gato puesto en la mesa por los "ruines pastores moros", ya se descubrían respetuosamente al nombrar yo los santos sacramentos cuando describe V. el acto de serles administrados a la madre de Miguel, ya exclamaban cuando les leía los pasajes en que Juan José manifiesta sus deseos de ir a la guerra a pesar de sus 65 años: "¡Ah! ¡buen español!" Así como cuando expresa el abominable concepto que merece el que mata a un contrario indefenso o vencido. Y no es extraño que tal aconteciese; estas buenas gentes se veían retratadas en las páginas de V. y sentían el agrado del que ve su propia imagen en el lienzo de un gran pintor. Cuente V. pues, amiga mía, entre sus más gratos y legítimos triunfos, el obtenido anoche en la viña de la "Esperanza".

1860-12-11. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") al coronel Miguel Velarde, ayudante de campo de S.A.R. el duque de Montpensier, rogándole transmita a los duques la petición de una obra de caridad para una mujer protegida del periodista Tubino. Comenta también que escribe un artículo para "El Español de ambos mundos" sobre las calles céntricas de Sevilla que se han convertido en carnicerías y mataderos. Termina con un comentario negativo sobre Bonaparte.

TRANSCRIPCIÓN:

Muy Señor mío y querido amigo:
Son infinitas las lástimas y pretensiones que acuden a mí, como a todos los que tienen la alta honra y la dicha de entrar en ese palacio (fuente inagotable de caridades) para que haga llegar hasta los oídos de SS. AA. RR. sus plegarias. Como es natural, me he negado siempre, diciendo que quién era yo para tomarme semejantes libertades, sabiendo a qué punto están asediados de peticiones SS. AA. RR. y pensando en mi interior que tales caridades en "escala mayor" han corrido por mis manos, que sería mil veces imprudente volverlos a molestarlos, que eso de hacer caridades con el caudal de SS. AA. RR., no está en el orden. Pero ayer recibo una carta de Tubino que me envía el adjunto memorial y a la pobre mujer. Es ciertamente uno de esos casos que parten el corazón, viendo interpuestos entre su único recurso y la más espantosa miseria ¡150 reales!
Usted sabe que a esos señores de la prensa dueños del mundo hoy, no se les puede decir que no, y menos un pobre autor, muy tímido, temeroso y vulnerable, al que mañana u otro día, directa o indirectamente, pueden zaherir dolorosamente; así no tengo más remedio, que hacer llegar a manos de S. A. R. el memorial que le ha dirigido la infeliz protegida por Tubino, que tiene buenísimo corazón. Pero no directamente, a lo que no me atrevería, como se lo escribí a Tubino, sino por una persona intermedia, (caso que se quisiese hacer cargo de una comisión que por lo repetidas que son, se hacen en extremo molestas).
El director del "Español de ambos mundos" escribe a su hermana que espera algo mío para su periódico y que si no, me "atacará"; aunque esto está dicho en tono de broma, tiene más "portée" de lo que parece. ¡Qué sobre sí están estas gentes! Tengo ganas de poner un periódico para que me respeten y tengan miedo.
Ahora ha de saber V. que si todo estalla y es ineficaz para impedir que las calles de Sevilla más céntricas y principales, a todas horas del día estén convertidas en carnicerías y mataderos, hasta la reprobación que ha oído el gobernador de los labios de la augusta persona de la Sma. Infanta, escribo para dicho periódico un artículo sobre este asunto con toda la elocuencia de la indignación y de la lástima unidas, y como dice Mora que los ingleses gustan mucho de Fernán Caballero, hará el artículo un ruido en Londres que no debe hacer gracia al gobierno. Esto no es fatuidad, porque será debido al asunto de que se trata, no al autor.
¡Qué charlar! Anoche estuvieron aquí Mr. Dumas (no Alejandro) y Mr. Böshaus, un alemán. Entre los tres ¡cómo pusimos al Sr. Bonaparte! Lo menos que se dijo fue que era un "fourbe". En cambio ensanchamos nuestro corazón hablando de SS. AA. RR. y de S. A. R. el Conde de París, tan apreciado y querido, según Mr. Böshaus, en la corte de Mecklemburgo. Sólo tengo espacio para suplicarle que me perdone y crea su más sincera amiga,

Fernán

1860-11-29. Carta de Cecilia Böhl de Faber a un desconocido

Según el epistolario editado en 1912 es copia de una carta dirigida a persona desconocida, que Cecilia Böhl de Faber envía a Miguel Velarde en su carta de 11-12-1860. Expone su protesta contra el bochornoso espectáculo que supone la matanza de cerdos en las calles céntricas de Sevilla y suplica la mediación ante el ministro de la Gobernación para que haga cesar este escándalo.

TRANSCRIPCIÓN:

Fernán Caballero = Mi muy querido y apreciable amigo. Vd. conoce toda mi repugnancia a aumentar la enorme falange de "empeños" que molestan al que "puede" y a los órganos por los cuales pueden llegar al poder estos empeños; y no obstante tal es el caso, que me decido a importunarle para que llegue a oídos de S. E. el Señor Ministro de la Gobernación una atrocidad que antes no se veía en Sevilla, pero se va extendiendo en paz y buena armonía con las luces de gas, y otros embellecimientos costosísimos de la población y es, este culto adelanto… ¡¡¡¡la matanza de los puercos en las calles, aun las más céntricas y públicas!!!!
No pudiendo creer sino que esto fuese un abuso tolerado por los Municipales merced a algún trago de vino o remesa de cigarros, supliqué a los diarios que lo hiciesen notar, y así hicieron aunque tibiamente; pero figúrese V. mi asombro cuando al día siguiente leímos en uno de ellos ¡el siguiente suelto!

[En la primera página, enmarcado en el ángulo inferior derecho, se transcribe el texto del suelto del periódico a que hace referencia]:
“Hemos recibido explicaciones acerca del suelto que publicamos en nuestro número de ayer, referente a la costumbre de hacer en la calle la matanza de los cerdos.
Según se nos informa, parece está prohibido que se efectúe dicha operación en las calles, cuya orden se hace observar con bastante rigor: pero como no todos los establecimientos que se destinan a aquella industria están dotados de oficinas donde ejecutar cómodamente las matanzas, sucede que algunos chacineros piden permiso para hacerla en las calles, en cuyo caso reconoce el local una comisión del Ayuntamiento o un dependiente autorizado y solo se "concede la licencia pedida" cuando se adquiere el convencimiento de que no es posible matar dentro”.

Ahora bien, lógicamente debe permitirse a los infelices que vivan apiñados en mazmorras, que guisen, laven, coman y duerman en las calles, porque no pueden hacerlo "cómodamente" en sus casas.
Hace pocos días que venía yo por las gradas de la Catedral con un joven educado en Inglaterra, de repente exclamé inmutada: volvámonos atrás, corramos… ¿Qué hay? ¿qué sucede? -me preguntó- ¿No ves aquellos aparatos? –contesté- ¿no oyes esos gritos terribles del pobre animal que van a matar? ¿En la calle? ¿frente a la Catedral? –exclamó- No puede ser. Sí, así es, por otras muchas calles sucede lo mismo, respondí trémula y horrorizada. ¡Y luego se quejarán los españoles, repuso el joven, de que los extranjeros digan que el África empieza en los Pirineos!
Las gacetillas que esto censuraron lo hicieron bajo del punto de vista de "estorbar" el "paso", de ser una "vista repugnante", y consideraciones de segundo orden y "materiales" que por lo visto es lo solo "entendible" para esos señores. Pero no es esta la cuestión principal respetable y atendible; lo es la "humanidad"; la gran mayoría de las personas real y no factoriamente [sic] cultas tienen en muy poco un estorbo en las calles que les obligue a dejar la acera, pero tienen en mucho, muchísimo, no verse obligadas a presenciar el cruel y angustioso espectáculo de ver matar y sufrir a un ser viviente, de ver su cruel agonía; de oír los gritos y quejidos del dolor, el estertor de la muerte; todo esto afecta, en particular a las señoras, de un modo imponderable.
¡¡Cuánto se escribe en nuestra época sobre educación y con qué prosopopeya se le recomienda a los padres el cuidar de la de sus hijos!! ¡Oh! ¿y es también parte de la educación y buena dirección de los niños el que presencien este espectáculo atroz y cruel al que acuden presurosos? ¡Ciertamente que con semejantes espectáculos en la niñez y los toros en la juventud, se formarán buenos y compasivos corazones!
Suplico a V. en nombre de la humanidad de la cultura, de la santa y dulce lástima, que suplique a la autoridad suprema haga cesar este escándalo que todo el público a una vez reprueba y deplora.
No se pagan las contribuciones municipales para el lujo de los paseos, del alumbrado, ensanche de las calles y todo estos objetos "exteriores" y "vanos" (gusto de la época) sino que se paga para vivir en paz y con decencia y no ver convertidas las calles por que transita en carnicerías. Lábrese en el Perneo, si no existe, un pequeño matadero de cerdos, que eso bien poco puede costar, donde puedan matarse los puercos; y que como las reses sean conducidos ya muertos en el recinto. Preste la autoridad oídos, no solamente a los periódicos que por su propia autoridad se han constituido en sus guías y impertinentes consejeros, pero también a miles de pacíficas vecinas que amargamente se quejan del vejamen que llevo expuesto y que reverentes le suplican en nombre de cosas tan castas y respetables como lo son la humanidad, la compasión y la delicadeza de sentimientos, que lo destierre.
Como V. posee en altos grados estos sentimientos, puesto que nada que sea noble y bueno falta a su privilegiado ser, por eso me he atrevido a suplicarle que sea nuestro intermedio con el Señor Ministro de la Gobernación, esperando con tranquilizadora esperanza que una petición tan justa dirigida por un conducto tan autorizado y atendible tenga el éxito feliz que de todo corazón ruego a Dios que tenga. Su más sincera amiga y S. S. Fernán Caballero. Sevilla. 29 de noviembre de 1860.

1861-07-29. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") al coronel Miguel Velarde, ayudante de campo de S.A.R. el duque de Montpensier, rogándole interceda en el caso de un conocido suyo llamado Cayetano Tamariz, condenado a un año de castillo a causa de un altercado. Termina con unas palabras de lamento por la muerte de una hija de los duques de Montpensier.

TRANSCRIPCIÓN:

¿Qué dirá V. de mí, querido señor y amigo, al ver que una carta mía le persigue a V. como un alguacil, para importunarle como un mendigo? Pero V. sabe que el buen corazón es más despótico que Luis Bonaparte y más inconsiderado que un gañán.
¡Laconismo! Ven a mi ayuda para no fastidiar más que lo estrictamente necesario.
No sé si V. sabe que Cayetano Tamariz, primo de las Arjonas, casado con una hermana de la marquesa de Campo-Ameno, tiene una causa por un altercado que tuvo como empleado en el ferrocarril con los carabineros, que son populacho grosero y él "caballero" poco sufrido. Todo esto, que fue nada en resumidas cuentas, ha sido puesto ante un consejo de guerra por aquellos, y este consejo, que es un Fierabrás cuando se trata de cosas menudas, condenó a Tamariz a nada menos que a un año de castillo, por lo que sin serlo, calificó de ¡"atropello de centinela"! ¡Dios nos asista!
Escribí a Tenorio enviándole una súplica por indulto a la Reina. Esta generosa Soberana se halla propicia a ésta como a todas las buenas acciones. "Pero"… (aquí entran más peros que cría Ronda) tenía que venir la solicitud por el Ministerio de Guerra. Habló Tenorio al Duque ministro que halló propicio, "pero", tenía que venir a informe a Quesada a quien le pintó el asunto y informó muy bien, "pero" tenía que volver a Madrid. Tenorio ausente; O’Donnell lo mismo; Ustáriz lo mismo; le sucede Pozo, ¡y el asunto se cae en él! Escribo a Frutos Saavedra; lo hallo más que propicio, "pero" me dice que ha enviado el expediente al Consejo de Guerra y Marina que tiene que informar. No hay buena voluntad que no se canse de tantos trámites, obstáculos, pachorras y majaderías. Pero vuelvo la cara y veo: al pobre Tamariz (que es el hombre mejor que se puede dar) escondido por no sufrir la deshonra de ir a un castillo por pecado tan venial y hasta con sus ribetes de ridículo; a su pobre mujer, que es una santa, refugiada en casa de su madre con convulsiones, enferma, en el mayor desconsuelo, y ambos a la verdad son poco agílibus para hacer nada por sí. Por lo cual me vuelvo a poner en marcha y a dar pasos por ellos. Fernando escribe hoy a un primo de su madre del mismo apellido que ella, y yo viendo que el Conde de Velarde (Don Julián de Velarde) es Consejero también, escribo a V. para suplicarle, que si es un pariente que trata (pues parientes hay, que no se tratan) que por Dios le escriba recomendándole el asunto y sobre todo su "pronto despacho", pues es imposible que el pobre Tamariz esté por mucho tiempo oculto, lo que podría empeorar su causa. Dios quiera que "pueda" V. hacer esta buena obra, que en cuanto a "querer", conozco el hermosísimo corazón de V. y sé qué querrá.
No quiero molestar a V. ¡Si de otra cosa se tratase entre nosotros sería del triste viaje que ha hecho V. a Regla! Espero quedará siquiera una palma, ese árbol favorito de su augusto Padre, para dar sombra y custodiar al pequeño y blanco féretro que está en el santuario, santuario que le dio al ángel que contiene su santo nombre y ahora la guarda como cosa suya. Me han dicho que S. M. la Reina Amalia está mala. Los papeles no traen nada. ¿Tan codicioso sería el cielo que a un tiempo arrebatara a esa augusta familia un ángel y una santa? ¡Oh! Espero que no.
Perdóneme V. y considere todo el sacrificio que hace una persona que solo quisiera aparecer amable a otra que aprecia infinito, en decidirse a serle molesta y fastidiosa.
Su más amiga y más s. s.
Fernán Caballero
29 julio 61

[1862-09]. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") al coronel Miguel Velarde, ayudante de campo de S.A.R. el duque de Montpensier, pidiéndole ruegue a los duques de Montpensier que recomienden al duque de Osuna para que tenga un rinconcito en su palacio. Menciona la visita de los Reyes a Sevilla.

TRANSCRIPCIÓN:

No se crea V. libre de mis asedios, ni aun en estos días para siempre memorables en los anales de Sevilla, y que quedarán profundamente grabados en los corazones de los sevillanos. Veinte mil manos aplaudiendo a los hijos de Fernando VII, para presenciar este entusiasmo tan simpático a mi corazón habría yo ido hasta… los toros.
Pero de todo esto hablaremos ¿no es verdad? Por hoy lo que deseaba decir a V. es que si no le parece demasiado atrevimiento, ruegue a alguno de "nuestros" amados Príncipes, SS. AA. RR. los Smos. Infantes Duques de Montpensier, que con media palabra de sus augustos y benéficos labios recomienden a Sr. Duque de Osuna, una petición que contenía una carta que le he escrito, pidiéndole un rinconcito en su palacio para un pobre anciano de 80 años que ha pasado toda su vida en él.
Interesar a SS.AA.RR. en una obra tan grande de caridad no es incomodarlos, pues no tienen sólo la generosidad de la caridad, tienen también su santa paciencia.
¿Sabe V. que vi a nuestros Reyes en el Alcázar, después del besamanos? ¡Qué dicha! ¡Ya nada terrestre me queda por desear!
No canso a V. "más", pero más lo quiero cada día, pues cada día tiene más motivo para apreciarlo y estarle agradecida su mejor amiga
Fernán

Tenorio me hizo el favor de entregar mi carta al Duque, pero me temo que ni aún la lea.

[1862]-10-02. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") al coronel Miguel Velarde, ayudante de campo de S.A.R. el duque de Montpensier, agradeciéndole la atención hacia sus parientes. En posdata se refiere a una entrevista en la Fonda de París, de la que le dará cuenta.

TRANSCRIPCIÓN:

Nada viene de ese palacio admirable, ni nada pasa por conducto de V. que no sea dulce, honroso y benévolo.
Aquí está mi sobrina, que ha oído el párrafo de su esquela que le concierne con toda la alegría y gratitud que merece.
Su madre no ha venido.
Su padre es D. Antonio Atienza
Su hijo del mismo nombre
Sus dos hijas Ángeles y Ramona
Gracias, gracias, póngalas V. a los pies de SS. AA. RR. y recíbalas V. al salir de mi corazón en el suyo,
Fernán

Fonda de París, Plaza de la Madalena. No me incomoda, me honra en extremo, aunque sea por carambola, de ser un conducto de los beneficios honrosos de S. M. Daré a V. cuenta de nuestra entrevista.
2 octubre

1863-05-08. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") al coronel Miguel Velarde, ayudante de campo de S.A.R. el duque de Montpensier, recordándole que se interese en agilizar la licencia de casamiento del capitán Bruno Farina y Plasencia. Termina con referencias al Alcalde de Andújar, a Monsieur de Latour y a la actuación de la Reina en la crisis política del momento.

TRANSCRIPCIÓN:

Considero que pasa de impertinencia y llega a osadía el que, apenas quitado el polvo del camino, se halle con la persecución que le infiere esta carta. Ciertamente es en mí, cuyo mayor anhelo es ser a V. agradable, un verdadero "devouement". Seré corta para que pueda V. decir: del mal el menos.
Solo es mi objeto recordar a V. la desgraciada licencia para casarse que ha pedido el Capitán Don Bruno Farina y Plasencia, que en breve plazo pasó del Ministerio al Supremo Tribunal. Sé por uno de los Consejeros que ha caído en poder del fiscal como en el pozo Airón. ¡Es cruel, despótico e increíble que de esta manera, sin causa, se halle entrabada la voluntad del hombre en sus más sagrados fueros, sin tener en cuenta, no solo el disgusto, sino los graves perjuicios que de esto le pueden resultar a los interesados!
Recuerde V., mi querido amigo, el que desde que se trató del viaje de SS. AA. RR. me prometió V. interesarse en el "desestanco" de esta pobre licencia, y que hará una obra de misericordia, y dará a esta su mejor amiga la mayor prueba de amistad si consigue que por fin por fin salga de su larga reclusión esta deseada licencia.
Tuve una carta muy interesante del Alcalde de Andújar refiriéndome todo lo ocurrido allí, y entusiasmado con la bondad y amabilidad de nuestros amadísimos Infantes. La Andalucía trajo también una larga carta de allí, llena de interesantes detalles. Mañana pienso escribir una larga carta a Mr. de Latour, al que suplico a V. que ínterin salude cariñosamente. Desde que Vs. se fueron cesó el cielo y los rostros de sonreír. Lluvias suaves y nubes es lo que diariamente tenemos; por suerte al campo le viene bien. En breve serán los jardines de S. Telmo un paraíso pero… ¡sin ángeles!
En la crisis el monte parió un ratón, no es lo de "ratón" alusivo al marqués Presidente, sino a la sencillez con la que nuestra Soberana le dio fin y chasqueó a los hombres de partido.
¡Dije que iba a escribir corto! ¡Qué pronto se olvidan los buenos propósitos! Lo que no se olvida nunca es un amigo tan distinguido, y perfecto como V.
Mil felicidades para V., mil perdones para mí.
Fernán Caballero
8 mayo 1863

1863-11-21. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") al coronel Miguel Velarde, ayudante de campo de S.A.R. el duque de Montpensier. Se disculpa por una estupidez de su criada, que le hizo quedar mal ante Sus Altezas Reales. Comenta que sus traductores Mr. G. de Lavigne y Mr. de Latour son los únicos que han traducido en lo posible las intraducibles cosas andaluzas. Hace también un comentario sobre la traducción que ha hecho Wolf en Alemania de “Deudas pagadas”.

TRANSCRIPCIÓN:

Mi querido amigo:
A nadie le sucede lo que a mí. Estoy avergonzada y desesperada, por más que la bestialidad de mi criada me haya dado motivo a admirar una vez más la benevolencia sin igual de SS. AA. RR. Esta criada mía es el non plus ultra de la estupidez, y si no lo fuese igualmente del aseo y de la honradez, hace tiempo que la habría puesto en la calle. Con decir a V. que el otro día salí con unas mangas blancas; que me arrepentí, compré unas de crespón negro y me las puse, y a la vuelta le dije que habían las blancas mudado de color y se lo creyó, no es menester decir más. Puso una tarjeta de un caballero entre las demás, y cuando entré cogió la primera que entre estas se le vino a la mano (que acertó a ser la que V. dejó en mi casa hace un mes) creyendo muy en sí, que en dando la tarjeta, ¡lo mismo era que fuese una que que fuese otra! Como las tarjetas no llevan fecha, ¡yo creí que V. la había traído aquella tarde! Gentes de esta clase viven para ejercer la paciencia de sus semejantes. El otro día vino una visita, había dicho yo que no estaba en casa y ella le dijo a la visita: sí señor, está pero dice que no está en casa. Es un continuo compromiso tenerla a mi lado, pero el de anoche supera a todos. Como todos tenemos un poquito de fatuos, conociendo la adorable bondad de SS. AA. para con todos y en particular hacia mí, siendo mañana mi día, me figuré que esa circunstancia me valía esa merced. Pero vi a Doña Mercedes y a D. Fernando, esas dos distintas pero admirables bellezas, oí por las galerías sus alegres risas y fue una compensación por lo que sufrí.
Envío a V. la traducción de Mr. G. de Lavigne. Él y Mr. de Latour, son los únicos que han traducido en lo "posible" las "intraducibles" cosas andaluzas, lo demás que se ha traducido no se puede leer. No sé si he dicho a V. que en una traducción que ha hecho en Alemania el Sr. Wolf y su hija de Deudas pagadas, en la que dice: este cuadro lleno de entusiasmo patrio y de sucedidos reales, salió primero en El Reino, y despues fue hecha una edición por el Infante Duque de Montpensier que fue vendida a favor de los heridos de África. ¡Que se publique en Alemania una cosa tan bella y generosa de que ni una palabra se ha dicho en el mismo país en que sucedió!
Muy deprisa, pero siempre su mejor amiga,
Fernán
21 noviembre 1863

[1865]-05-20. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde (1)

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") al coronel Miguel Velarde, ayudante de campo de S.A.R. el duque de Montpensier, en la que le agradece el catálogo de los documentos sobre Hernán Cortés que posee el duque, así como algunas noticias sobre el tema. Le comenta detalles del artículo que está escribiendo acerca de la colección, así como sus impresiones sobre los retratos de Hernán Cortés.

TRANSCRIPCIÓN:

Un millón de gracias pido a V., mi querido amigo, de ofrecer respetuosamente en mi nombre a S.A.R. por el insigne favor que me ha hecho permitiendo a V. enviarme el catálogo de tan interesantes documentos, que a las cinco de la mañana leía con intensa curiosidad y placer, aunque su misma riqueza y extensión hacen imposible su total inserción en un articulito literario que abraza otros muchos puntos. Entre los 64 documentos que contiene he elegido, por parecerme los más notables, el 47, el 32, el 13, el 52, el 41 y el 53. V. no me habla de una de las curiosidades de más mérito e interés, que es el cáliz, habiéndoseme olvidado el nombre del caudillo que llevó al Padre que consagraba con él. Lo que V. me dice sobre el retrato que ha enviado de Italia S. A. el duque de Aumale que tiene la barba y los cabellos canos, me confunde, porque a mí me pareció un hombre mozo aun en todo el vigor de su virilidad, tanto que impresionada por este y el contraste que forma su pendant, Cortés ya anciano y doblado, me he dejado arrastrar por el sentimiento como me sucede siempre que escribo y hecho algunas reflexiones inspiradas por este contraste. Ya sé que S.A.R., favorecida por esas casualidades que parecen ser la recompensa de su amor al país que ha adoptado, a la historia, a las artes, le ha hecho poder reunir todos los retratos que se conocen de aquel gran caudillo, y averiguar a punto fijo que el que existe anónimo en el Museo de Madrid, es el de su héroe. Muchísimo agradezco a V. las demás noticias que completarán mi pequeña descripción. Al llegar medio entreví un busto de Colón que me pareció de hierro. Suplico a V. que me diga dónde está colocado, pues no recuerdo si es sobre la puerta, o si corona la portada de la reja. Me encantó de tal suerte el retrato venido de Italia que copiaré a V. lo que sobre el mismo digo, y sentiré no sea cierto, no por tenerlo que borrar del papel, sino por tener que borrar de mi mente la impresión recibida. “Al lado derecho de este mueble cuelga un hermosísimo retrato de cuerpo entero de Cortés, que S. A. el Sr. duque de Aumale, que es tan apasionado e idóneo en materias de historia y arqueología como su augusto hermano, le ha mandado de Italia, donde se halla hoy la casa del Marqués del Valle, que por alianza ha entrado en la de los duques de Terranova y Monteleone de Palermo. Este retrato es admirable, y si fuese dado al que entra en aquella preciosa morada apartar la vista y atención de sus augustos dueños y encantadores hijos, no la desviaría de aquel retrato. No puede verse nada más "español" que aquella figura cuyas finas, rectas y pronunciadas facciones parecen con su indémnica palidez esculpidas por delicado cincel en mármol. ¡Qué fuerza, qué decisión, qué serenidad en la mirada de aquellos ojos negros! etc. etc. al lado opuesto, etc. y sigo hablando de este contraste descubierto ya a punto fijo que es el mismo Cortés.
Repito a V. las gracias por su suma complacencia, que tan necesaria me ha sido como agradecida es. Espero en Dios que la ligera indisposición del Infantito Don Fernando solo será debida a un hervor de sangre, resultado de lo muchísimo que se acaloró corriendo la víspera.
Ayer tuve el gusto de ir a ver a Julia y ver cumplido el pronóstico que contenía mi carta anterior. Ha nacido V. bajo una estrella muy feliz. Cierto es que V. se merece los favores de la fortuna, pero también lo es que esta caprichosa señora no siempre atiende a méritos, al contrario.
De V. su más agradecida y sincera amiga
Fernán

Ayer tuve un disgusto grande viendo en La España el "Judío", magnífico trozo de Lamennais que traduje para uno de los muchos periodiquitos que me piden escritos, traído con mi firma sin expresar que era traducción. He protestado.
Sábado 20 mayo

1868-08-03. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") al coronel Miguel Velarde, ayudante de campo de S.A.R. el duque de Montpensier, manifestando su dolor por la ausencia de los Príncipes (desterrados en Portugal). Le comenta algunas noticias locales y el caso de una petición de indulto al ministro.

TRANSCRIPCIÓN:

3 Agosto 68
Mi querido amigo:
¡Qué mal dice el refrán (a lo menos en esta ocasión) cuando asegura que a muertos e idos no hay amigos! ¡Mejor diría en lugar de "idos" a los que se "quedan"! He ido dos veces en casa de Julia a saber de V. y de nuestros amados y augustos viajeros, pero tuve la desgracia de no encontrarla en su casa. En la primera ocasión había marchado a Sanlúcar.
De cuanto pasaba en Portugal tuve noticias por una carta de una persona formal establecida allí. Supe que el "navío" de la Reina Victoria se había lavado las manos, largándose. Dignidad de los Reyes ¿dónde habéis huido? En fin, no es prudente hablar de "nada"; en lo que sí no hay imprudencia, es en hablar del dolor que la ausencia de tan amados Príncipes causa, sobre todo a los que, habiendo tenido la dicha de tratarlos, tanto los aman. Incluyo a V. esas cartas para SS. AA. RR., que espero se dignarán recibir con su acostumbrada bondad. No se puede creer a los periódicos, sobre todo a muchos de ellos que infamemente se afanan en ahondar la brecha que infaustamente se ha abierto (gracias a malvadas influencias) entre nuestras Personas Reales. Así es que se dijo que S. A. R. el Infante había renunciado a todos sus honores. Esto era desairar a la España entera, era romper con ella, así es que pasé los más crueles ratos, hasta saber semejante invención desmentida; ahora dicen se prepara un palacio en Cintra, pero la de Serrano me ha dicho que Solís ha ido a preparar uno en Oporto. Dios quiera que sea por poco tiempo y que cuanto antes vuelvan estos Príncipes a su hogar entre todos los que los admiran y aman y ¡¡ay!! ¡los necesitan!
Pocas noticias puedo dar a V. de aquí. Con gran placer hemos sabido el alivio de la Marquesa de Cela, cuya enfermedad repentina tanto había alarmado a sus amigos. Mi hermana Aurora no ha hallado cura ni alivio en París. ¡Válgame Dios, ese Nelaton que sabe hacer vivir a los medio moribundos y curar a Garibaldi, no puede aliviar a mi hermana! Si no hubiese curado a nuestro querido Mr. de Latour, le creería el médico del diablo. Me voy a las escuelas, no quiero ser la primera que empiece a destruir el trabajo de nuestra Infanta en instituir asociaciones piadosas, al ausentarse su fundadora. Todo está aquí desanimado, no hay más animación que la culta, compasiva y delicada animación de las corridas de toros. Suplico a V. que diga a SS. AA. RR. para su satisfacción que habiéndose una persona acercado al ministro por saber del indulto del excelente B. de la Torre, mandó el ministro sacar las peticiones "arrinconadas", y se halló la del mencionado Torres (que tuvo el Infante la caridad de entregar al Rey). Allí estaba y tenía escrito al margen: muy recomendada por SS. MM. ¿Y qué hizo? Contó la fecha de su condena, le faltaban "meses" (¡¡creo que 4!!) para cumplir la mitad y dijo: hasta que se cumpla la mitad, "no". ¿Qué le parece a V.? ¡¡Pobres Reyes!! ¡Y en caso del "indulto" de un pobre infeliz padre de familia! ¡Qué catones son los ministros! ¡¡qué legales!! ¡¡asombra!! He abusado de su paciencia, pero es un castigo, el que no quiere "escribir", que "lea".
Su más sincera amiga,
Fernán

1868-10-03. Carta de Cecilia Böhl de Faber a Miguel Velarde

Carta de Cecilia Böhl de Faber ("Fernán Caballero") al coronel Miguel Velarde, ayudante de campo de S.A.R. el duque de Montpensier, por la que agradece sus noticias y le hace comentarios sobre la situación política general y cómo se están desarrollando los acontecimientos en Sevilla.

TRANSCRIPCIÓN:

Mi muy querido amigo:
¡Con infinito placer he recibido su carta! Qué placer sentí al ver esa letra clara y elegante que me traía noticias de tan amados señores, de tan queridos amigos, mucho más en circunstancias que no puedo ver a Julia, puesto que las señoras no salimos a la calle, y mucho menos a sitios públicos; no por lo que haya sucedido, sino por lo que pudiese suceder, pues no había en esta ciudad más tropa que alguna bisoña guardia rural. Hoy, no obstante, he oído cornetas; así presumo haya llegado alguna caballería, y no puedo menos de extrañar que Serrano no mande alguna parte de los 18.000 hombres que, según se dice, reunió en Córdoba. En fin, sea como sea, ¡quiera Dios sacarnos pronto de la anormal, peligrosa y triste situación en la que nos hallamos! Hoy es el tercer día de luminarias, repiques y colgaduras. Como puede usted pensar, yo ni he colgado ni iluminado la "casa de la Reina" en honor de su salida de España, aunque todos los que en ella habitan lo han hecho, porque yo no hago bajezas ni puedo ser ingrata a quien me ha hecho beneficios, los que sólo de las personas reales he admitido nunca. Además, el ponerlas era bastante indiferente, pues ni un alma ha pasado por aquí en estos lluviosos días y noches.
Ayer circuló, y se vendía por los ciegos, una doble noticia cuya primera parte me llenó de júbilo, pues sería la paz de la Europa, pero cuya segunda, el estar París en estado de sitio, me aterró a causa de mi pobre hermana y su estado delicado; pero hoy se ha desmentido; pero malo es que se haya dicho, pues esas voces no suelen ser del todo falsas, sino precursoras.
A Sedano, por el que con tanto afán me empeñé y trabajaron por colocar Fernando Fernández y Rueda sin conseguirlo, lo han hecho oficial primero de la Fábrica de Tabacos, pues es progresista; es un buen adelanto, ¡desde fiel de puertas que había sido! No doy a V. noticias, ni locales, puesto que todas las sabrá por los periódicos, hasta la muerte de Simón Grandallana que ellos trajeron. Ya se empieza a alborotar la gente con la elección de la nueva junta que, según se suena, va a ser del rojo más subido. ¡Dios nos asista!
¿Comprende V. la orden de llevar a Zapatero a Barcelona? Yo sí.
Adiós, mi querido amigo. El destrozo en el puente de Alcolea ha sido "atroz"; es una gran mentira lo de la traición de parte de las tropas del ejército del general Novaliches. Lacy, que las mandaba, se pasó, y las tropas no quisieron e hicieron fuego. El Príncipe Girgenti, del que tan sangrienta burla hacen, tuvo dos caballos muertos y fue herido en un brazo. En fin, no sé si hago mal en escribir estas cosas a pesar de la inviolabilidad de las correspondencias votada por el flamante programa; pero a bien que ésta no va por el correo.
Quisiera que volara el tiempo y que cuanto antes en este cataclismo se apareciese la suave paloma con la rama de olivo.
Su más sincera amiga,

Fernán

3 octubre 1868
Me han dicho que se esperaba en el palacio de la calle San Amaro a Mr. de Latour. Si ha llegado, o cuando llegue, hágame V. el favor de entregarle la adjunta.

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